lunes, 21 de agosto de 2023

Lectio Divina XXI Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A, 27 de Agosto 2023

 LECTIO DIVINA

ORACION AL ESPIRITU SANTO

LECTURA DEL TEXTO BIBLICO   (Mt 16,13-20)
¿Qué dice el texto?

Señor, Tú que preguntaste qué pensaba la gente de ti, y le preguntas a tus discípulos quién eres, te Pedimos que nos envíes tu Espíritu para que nos haga entender tu Palabra y podamos decir que tú Eres el Hijo de Dios vivo, y que nos invitas a participar de tu Reino. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
 
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
 
Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías. Palabra del Señor.
 
Pistas de reflexión
 
Contexto bíblico
 
La región en que tiene lugar la escena se encuentra al noreste de Galilea de los paganos. Sin ser totalmente una tierra extranjera, la región participa mucho de esta condición. Si a esto se añade el contexto precedente que habla de la prevención contra la enseñanza específicamente religiosa judía, tendremos que concluir que san Mateo está presentando y escribiendo en clave y perspectiva de una nueva realidad religiosa. Esta nueva realidad va a recibir en este texto el nombre de Iglesia de Jesús (v.18). Es la primera vez que el término Iglesia (Gr. ἐκκλησία, ecclesia) aparece en el Evangelio de Mateo para designar la comunidad de discípulos de Jesús, es decir, la comunidad de creyentes en él.
 
Este texto tiene dos núcleos. El primero es el atrevido anuncio de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (v. 16). El segundo es la bendición y legitimación de Pedro. El texto nos pone en presencia de una doble identificación: por una parte, Jesús pregunta cómo le identifica la gente; por otra, Pedro es identificado por Jesús tras la confesión de fe de él. Además, si tenemos en cuenta el género literario de este pasaje típicamente semítico, resulta evidente que es Jesús quien dio a Simón el nombre de Pedro, con todo el simbolismo que dicho nombre comporta.
 
 
Texto bíblico
 
A) ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
 
Cesara de Filipo, cerca del monte Hermón a unos treinta kilómetros del Mar de Galilea, está en la frontera con el mundo pagano, y es la principal ciudad pagana. En tiempos pasados, la ciudad fue conocida por el culto a Baal y Pan que allí se efectuaba. En el tiempo de Jesús, había un templo dedicado al César. Parece ser que Jesús va ahí para escapar de las multitudes de Galilea y poder preparar a sus discípulos para la jornada hacia Jerusalén, que comienza en Mateo 19, 1; una jornada que terminará con su muerte y resurrección.
 
Jesús escoge este lugar pagano para revelarse más completamente a sus discípulos, tal vez dándonos una pista de su preocupación por todo el mundo que después hará explícito en la Gran Misión (28, 19-20). Más que decirles a los discípulos su identidad, les pide que le digan quién cree la gente que sea el Hijo del Hombre. Los discípulos le dicen a Jesús que la gente piensa que él es: Juan el Bautista; el profeta Elías, que se esperaba que reaparecería “antes que venga el día del Señor, grande y terrible” (Mal 4:5); el profeta Jeremías, que experimentó un gran rechazo y que lloró sobre la ciudad de Jerusalén. Alguno de los profetas. Es claro que la gente pensaba bien sobre Jesús y lo había considerado como profeta. Sí, Jesús es un profeta, pero es más que un profeta.
 
La respuesta que dan los apóstoles son una serie de piropos para cualquier israelita. Pero quien no tiene una experiencia personal de encuentro con Dios sólo ve y aprecia en Jesús el fenómeno, lo que aparece, un líder social, político, liberador, y es lógico: el ignorante, el que no conoce, ve simplemente lo que hay delante. El instruido, el que conoce, percibe más allá de lo que se ve.
 
 B) Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
 
La pregunta real es lo que los discípulos piensan sobre Jesús. Cuando les dice “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”, el ustedes es tanto enfático como plural: se dirige a todos los discípulos más que solamente a Pedro. El pueblo es libre de creer cualquier cosa que quieran respecto a Jesús, pero Jesús ha estado preparando cuidadosamente a estos discípulos para continuar con su obra. Han escuchado sus enseñanzas y han sido testigos de sus milagros. Lo que piensan sobre él es crítico. Lo que nosotros contestamos también es crucial. A estas alturas la incertidumbre es igual a la falta de fe. Ser cristiano significa creer que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo.
 
San Pedro sirve como el vocero del grupo. “Tú eres el Cristo” (Gr. Χριστός, Christós). La palabra Mesías (מָשִׁיחַ, Māšîa) y la palabra Cristo son la misma; una es hebreo y la otra en griego para designar al Ungido. Los reyes fueron separados para este cargo al ungirlos, tal y como hasta ahora. El Mesías, el Cristo, el Ungido es el Rey Divino de Dios.
 
San Pedro también dice que Jesús es “el Hijo del Dios vivo”. Jesús no solamente es el juez del futuro (el Hijo del Hombre), ni tampoco solamente el por tanto tiempo esperado Mesías del pasado (el Cristo); él es, como el Verdadero Hijo de Dios, la persona más importante en el presente. “El Dios vivo” contrasta dramáticamente con los ídolos sin vida de un lugar como Cesarea de Filipo.
 
Pero, además, cada uno de nosotros vamos revistiendo a Jesús de lo que nosotros somos. Y proyectamos en él nuestros deseos, aspiraciones, intereses y limitaciones. Pero Jesús sigue vivo. Al reconocerlo como el Hijo de Dios vivo tiene que culminar en nuestro trato positivo y bueno hacia a nuestros hermanos, demostrar realmente porque nos llamamos cristianos.
 
  C) Dichoso, Tú Simón, hijo de Juan
 
Pedro ha identificado a Jesús como el Hijo del Dios vivo. Ahora Jesús responde reconociendo a Simón como el hijo de Juan (Ar. Simón bar Ioná, Simón, hijo de Jonás) al mismo tiempo que le da su bendición. En el Evangelio de Juan, el padre de Pedro es identificado como Juan y no como Jonás (Jn 1, 42; 21, 15). Notemos que Jesús lo llama Simón, el nombre por el que su Padre lo reconocería, más que con el nuevo nombre que Jesús está por darle.
 
“Porque no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos.” Pedro no llegó a su discernimiento por una astucia espiritual. Dios le ha dado este entendimiento sobre Jesús. Este discernimiento de Pedro llega por revelación, por deducción. Esto también es para nosotros. No tenemos ninguna razón para ser orgullosos si sucede que estamos más despiertos espiritualmente que otros. Nuestra fe, igual que la de Pedro, es un don de Dios. Solamente desde el encuentro con Dios el hombre puede conocer el (Gr. Νοούμενoν, noumenon), la esencia, la realidad profunda de Jesús y llegar a la adhesión personal que es la fe. No podemos amar lo que no conocemos.
 
 D) Sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia
 
La gente estaba acostumbrada a pensar en Dios como una roca (Gn. 49, 24; Dt. 32; Salmos 18, 28, 31, 42, 62, 71, 78, 89). Isaías también se refiere a Abraham y Sara como una roca: “Miren a la piedra de donde fueron cortados, y a la caverna de la fosa de donde fueron arrancados. Dadas estas asociaciones con la palabra, Jesús le hace un gran honor a Pedro cuando lo identifica con una Roca. Al mismo tiempo pone sobre él una gran carga de responsabilidad. Por la palabra roca el Salvador no podía haberse referido a sí mismo, sino solo a Pedro, ya que es más evidente en arameo, donde la misma palabra (kephá, כיפא) es usada para Pedro como roca. Su declaración admite entonces una explicación, a saber, que Él desea hacer de Pedro la cabeza de toda la comunidad de aquellos que creían en Él como el verdadero Mesías; que a través de este fundamento (el de Pedro), el Reino de Cristo sería inconquistable; que la guía espiritual de la fe estuviera establecida en las manos de Pedro, como el representante de Cristo.
 
Primeramente, cuando miramos el griego de Mateo 16:18, “Tú eres Pedro (Gr. Πέτρος, pétros), y sobre esta roca (πέτρα, pétra) edificaré mi Iglesia”. En el griego, los sustantivos tienen géneros (masculino y femenino). El primero es masculino, el segundo es femenino. De igual manera, la palabra “pétros” es masculina y “pétra”, es femenina. El nombre de Pedro se refiere en forma correcta a “pétros”. Pero Jesús dijo que la roca en la cual Él (Cristo), edificaría Su iglesia no se encuentra en el masculino de “pétros”, sino en el femenino de “pétra” Jesús no estaba diciendo que edificaría su Iglesia sobre un hombre, en este caso, Pedro; sino que lo haría sobre algo más. ¿A qué se refiere entonces el sustantivo femenino “pétra”?
 
Encontramos que se refiere a una gran masa inamovible de roca en la que una tumba es excavada (Mateo 27:60) y se usa, con referencia a Cristo: 1 Cor 10, 4 y 1 Pe 2, 8. Note que el mismo Pedro en su epístola y en este último versículo se refiere a Jesús como “pétra”, y no como a Él mismo. Si Pedro usa la palabra con referencia a Jesús y no a él mismo, ¿no deberíamos hacerlo nosotros también? Una piedra es movible, variable e inestable. Por lo tanto sigue la tradición de generación en generación y sigue estando Jesús presente en su Iglesia. Y dará tal estabilidad y seguridad a la comunidad, que, supe­rando problemas y dificultades, garantiza la pervivencia de la comunidad, que ha de seguir adelante hasta que se logre ple­namente el proyecto de Jesús.
 
 E) Te daré las llaves del Reino de los cielos
 
Esta frase tiene su raíz en Is, 22, 22, “Y pondré la llave de la casa de David sobre su Hombro (de Eliaquim); y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.” Así Eliaquim se convierte en el mayordomo de la casa, responsable de abrir la casa en la mañana, cerrarla por la noche y controlar el acceso a la presencia real. Atar y desatar también tienen que ver con reglas respecto a la doctrina y conducta ética. En el lenguaje rabínico atar y desatar es declarar ciertas acciones prohibidas o permitidas. Después la tradición cristiana extenderá este principio para incluir el poder de perdonar o retener ciertos pecados (18, 18); Jn 20, 23).
 
Y ahora Cristo hace partícipe a un hombre, a Pedro, sobre el que se edifica su Iglesia, de este poder de las llaves que llega hasta el más allá: lo que él ate o desate en la tierra, quedará atado o desatado en el cielo. Adviértase que tanto en la Antigua Alianza como en los casos de Jesús y de Pedro es siempre una persona muy concreta la que recibe estas llaves. En la Iglesia fundada por Cristo es siempre una persona muy determinada la que tiene la llave.
 
 F) Ordenó a sus discípulos que no se lo dijeran a nadie
 
Jesús todavía no está listo para que sus discípulos le digan al mundo su secreto. El mundo no está listo todavía para escuchar el secreto, y los discípulos todavía no están listos para revelar el secreto correctamente. Jesús no permite a los discípulos que revelen su identidad como Mesías hasta que ellos entiendan lo que esto involucra. No lo entenderán realmente hasta que vean al Cristo resucitado. Eso sucederá bastante pronto. Jesús comenzará su jornada hacia Jerusalén y la cruz el 19, 1.
 
Recomienda que filtren por su cabeza aquello que nace del corazón, que no sean impetuosos. Toda verdad, como toda confidencia, si no es liberadora y puede ser rectamente entendida no se debe decir. Hay que esperar el momento oportuno y buscar la manera adecuada.
 
Preguntas para la lectura
 
¿A dónde llegó Jesús?
¿Qué les pregunta a sus discípulos?
¿Y Para ustedes quién Soy?
¿Qué le contesta Pedro?
¿Qué le dijo Jesús a Pedro?
¿Qué les ordena a sus discípulos?
 
MEDITACIÓN 
¿Qué me/nos dice la Palabra de Dios?
¿Qué le respondo a Jesús cuando a mí me dirige esa pregunta esencial?: tú, ¿quién dices que soy yo? Esta pregunta de Jesús cuestiona toda mi vida: pensamientos, sentimientos, valores, planes, ideales, ocupaciones, actuaciones, conducta, familia, comunidad cristiana. ¿A qué Jesús estamos mostrando al mundo? ¿Será que soy capaz de mirar al Papa como piedra y sucesor de Pedro, o lo critico o pido por él?
 
ORACIÓN 
¿Qué le respondo al Señor, que le respondemos al Señor?
Gracias, Señor, porque nos invitas a mirarte tal cual eres y porque te has revelado como el Hijo de Dios vivo, que viene a salvarnos; por todas las gracias que nos regalas por medio de tu Iglesia y sus pastores como sucesores de los Apóstoles. Por eso te damos gracias Señor. Gracias Señor, gracias Señor.
 
Te pedimos perdón por las veces que no hemos confiado en tu misericordia y por las veces que hemos criticado a nuestros pastores en lugar de hacer oración y pedir por ellos, y cuando nos convertimos en jueces de nuestros hermanos. Por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.

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