viernes, 18 de agosto de 2023

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO MISAL DOMINGO 27 DE AGOSTO 2023




RITOS INICIALES

MONICIÓN DE ENTRADA (Monitor)

Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Nos encontramos reunidos como hermanos en torno al altar de Dios, para celebrar la Santa Misa correspondiente al XXI domingo del tiempo ordinario.
Hoy las lecturas se centran en los designios insondables de Dios para elegir a quienes él quiere poner al frente de su pueblo. Resalta la elección de Pedro, como piedra visible sobre la que funda su Iglesia y la entrega de las llaves del Reino de los Cielos. Por eso nos reunimos aquí los que profesamos una misma fe: nuestra fe en Jesucristo, el Señor; nuestra fe, fundada en el testimonio de los apóstoles.

ANTÍFONA DE ENTRADA  Sal. 85, 1.3 (Monitor)

Inclina tu oído, Señor, y escúchame. Salva a tu siervo, que confía en ti. Ten piedad de mí, Dios mío, pues sin cesar te invoco.

 Damos gracias a Dios por formar parte de su Iglesia y estar bajo la autoridad del sustituto de Pedro. Con esa alegría comenzamos esta Misa cantando juntos. De pie por favor.

CANTO DE ENTRADA

EL SEÑOR NOS LLAMA Y NOS REÚNE
Autor: Alberto Taulé

D              G                      D
El señor nos llama y nos Reúne,
       Bm        G                       A
Somos su pueblo signo de Unidad,  
      G    A           F#m    Bm
Él esta en medio de nosotros
                   G                 A             D    D7
Sirve a la mesa, nos reparte El pan.
 
G                        A
Por todos los caminos
 F#m                 Bm
Nos sales al encuentro,
G                            A
Por todos hemos visto
   D                       D7
Señales de tu amor;

Gm                   C
Tu pueblo se reúne
  F                   Dm
Señor a bendecirte
                     Gm
A celebrar con gozo
                          A7
Tu paso salvador

SALUDO

Celebrante: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
 
R.  Y con tu Espíritu.

ACTO PENITENCIAL

Celebrante: Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Celebrante: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.  R. Amén.

 

CANTO DE TEN PIEDAD


Em      E7       Am
Señor ten piedad
      D7                G
Seeñor ten piedad
    Em             Am
Señor ten piedad
          B7               Em
De nosotros ten piedad
 
Em         E7       Am
Cristo ten piedad
         D7               G
Criisto ten piedad
      Em               Am
CRISTO ten piedad
          B7               Em
De nosotros ten piedad
 
Em      E7       Am
Señor ten piedad
      D7                G
Seeñor ten piedad
    Em             Am
Señor ten piedad
          B7               Em
De nosotros ten piedad


CANTO DE GLORIA

 

GLORIA Mejía

 
Em          G           B7         Em                
Gloria, gloria a Dios en el cielo
G          D      C        D         Em       
Y en la tierra a los hombres paz
 
G                                  D 
Te alabamos y te bendecimos,
           C        Am              B7
Te adoramos y  glorificamos
 G                                       D 
y nosotros hoy te damos gracias
           C       Am              B7
Por tu grande y eterna gloria.
 
Em               B7           
Señor Dios nuestro
Em
Padre, Padre, Padre     
    Am         Em
Señor Dios, Hijo                                                         
  G         D    Em   G    D     Em 
Piedad,  piedad,   piedad    Señor                              
 
D                             Em
Tu que quitas el pecado del mundo           
G    D   Em     G    D    Em 
Escúchanos, escúchanos                                                
 
D                            Em
Tu que estas a la derecha del Padre           
G            D Em      G    D   Em 
Piedad, piedad, piedad Señor                       
Em                 G        B7         Em                
Solo Tu eres Santo, solo Tu Señor,
 
G             D         C   D Em       
Solo Tu altísimo Jesucristo
Em                    G                B7 
Con el Santo Espíritu en la gloria
             Em    
de Dios Padre,
 G         D           C   D  E
Amén, amén, aaaamen.
 

ORACIÓN COLECTA


Celebrante: Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de tus fieles, impulsa a tu pueblo a amar lo que mandas y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad del mundo, estén firmemente anclados nuestros corazones donde se halla la verdadera felicidad.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amen
 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Monitor

Las llaves del Palacio de David son entregadas al nuevo mayordomo real, con el poder de abrir y cerrar. Una elección que nos remite al Evangelio, donde Jesús entrega también a Pedro las llaves del Reino de los cielos.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías (22, 19-23)

Esto dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio: “Te echaré de tu puesto y te destituiré de tu cargo. Aquel mismo día llamaré a mi siervo, a Eleacín, el hijo de Elcías; le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda y le traspasaré tus poderes. Será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré la llave del palacio de David sobre su hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo fijaré como un clavo en muro firme y será un trono de gloria para la casa de su padre”.

Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor

SALMO RESPONSORIAL

MONICIÓN SALMO RESPONSORIAL 137  (Monitor)

La contemplación de las maravillas que Dios ha realizado en favor nuestro es el mayor aliciente de la oración de gracias y alabanza que elevamos a Dios con el salmo 137. Hagámoslo diciendo todos:

SALMO RESPONSORIAL 137

      C            Am          F                G7   C
R. Señor, tu amor perdura eternamente.

De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo.   R.

Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor. R.

Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones. R.

                               SEGUNDA LECTURA

MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (Monitor)

La suerte de los judíos, los hijos de la promesa en el AT, pero que ahora parecen rechazar la salvación del Mesías enviado por Dios, sigue preocupando a Pablo, y le sugiere una larga serie de reflexiones que terminan en el breve pasaje de hoy: un canto entusiasta de alabanza a Dios, de admiración por la sabiduría con que va guiando la historia de la humanidad.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos (11, 33-36)

¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué impenetrables son sus designios e incomprensibles sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás el pensamiento del Señor o ha llegado a ser su consejero? ¿Quién ha podido darle algo primero, para que Dios se lo tenga que pagar? En efecto, todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por él y todo está orientado hacia él. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

R. Te alabamos Señor

MONICIÓN EVANGELIO (Monitor)

A la confesión cristológica que Pedro hace en el evangelio de hoy, le sigue la promesa hecha a éste como primero en rango entre todos los apóstoles por haber sido objeto de una especial iluminación. La continuidad de Jesús en su Iglesia pasa por Pedro y sus sucesores. El que tiene las llaves puede abrir y cerrar.

CANTO DE ALELUYA

CANTO DE ALELUYA

ALELUYA (Busca Primero)

INTRO: D    F#m   G   D    

D    F#m   G   D       G   D          A   A7

Aleluya,   aleluya, aleluya, aleluuuya

D    F#m    G   D      G   D     A   D

Aleluya,   aleluya, aleluya, aleluya

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Monitor)

R. Aleluya, aleluya.

Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor.

R. Aleluya, aleluya.

 EVANGELIO

SANTO EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (16, 13-20)

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor.
R. Gloria a Ti Señor Jesús.
        

HOMILIA


Benedicto XVI, Papa
Ángelus(24-08-2008): Nuestra respuesta a Cristo
Castelgandolfo
Sunday 24 de August de 2008
 
La liturgia de este domingo nos dirige a los cristianos, pero al mismo tiempo a todo hombre y a toda mujer, la doble pregunta que Jesús planteó un día a sus discípulos. Primero les interrogó diciendo: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?". Ellos le respondieron que para algunos del pueblo él era Juan el Bautista resucitado; para otros, Elías, Jeremías o alguno de los profetas. Entonces el Señor interpeló directamente a los Doce: "¿Y vosotros quién decís que soy yo?". En nombre de todos, con impulso y decisión, fue Pedro quien tomó la palabra: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". Solemne profesión de fe, que desde entonces la Iglesia sigue repitiendo.
 
También nosotros queremos proclamar esto hoy con íntima convicción: ¡Sí, Jesús, tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo! Lo hacemos con la conciencia de que Cristo es el verdadero "tesoro" por el que vale la pena sacrificarlo todo; él es el amigo que nunca nos abandona, porque conoce las expectativas más íntimas de nuestro corazón. Jesús es el "Hijo del Dios vivo", el Mesías prometido, que vino a la tierra para ofrecer a la humanidad la salvación y para colmar la sed de vida y de amor que siente todo ser humano. ¡Cuán beneficioso sería para la humanidad si acogiera este anuncio que conlleva la alegría y la paz!
 
"Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". A esta inspirada profesión de fe por parte de Pedro, Jesús replica: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos". Es la primera vez que Jesús habla de la Iglesia, cuya misión es el cumplimiento del plan grandioso de Dios de reunir en Cristo a toda la humanidad en una única familia.
 
La misión de Pedro y de sus sucesores consiste precisamente en servir a esta unidad de la única Iglesia de Dios formada por judíos y paganos de todos los pueblos; su ministerio indispensable es hacer que no se identifique nunca con una sola nación, con una sola cultura, sino que sea la Iglesia de todos los pueblos, para hacer presente entre los hombres, marcados por numerosas divisiones y contrastes, la paz de Dios y la fuerza renovadora de su amor. Por tanto, la misión particular del Papa, Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, consiste en servir a la unidad interior que proviene de la paz de Dios, la unidad de cuantos en Jesucristo se han convertido en hermanos y hermanas.
 
Ante la enorme responsabilidad de esta tarea, siento cada vez más el compromiso y la importancia del servicio a la Iglesia y al mundo que el Señor me ha confiado. Por eso, os pido, queridos hermanos y hermanas, que me sostengáis con vuestra oración para que, fieles a Cristo, podamos anunciar y testimoniar juntos su presencia en nuestro tiempo. Que nos obtenga esta gracia María, a la que invocamos confiados como Madre de la Iglesia y Estrella de la evangelización.
 
Homilía(21-08-2011): ¿Cuál es tu modo de conocer a Cristo?
 
Santa Misa durante la XXVI Jornada Mundial de la Juventud.
Aeropuerto Cuatro Vientos de Madrid
Sunday 21 de August de 2011
 
Queridos jóvenes:
 
He pensado mucho en vosotros en estas horas que no nos hemos visto. Espero que hayáis podido dormir un poco, a pesar de las inclemencias del tiempo. Seguro que en esta madrugada habréis levantado los ojos al cielo más de una vez, y no sólo los ojos, también el corazón, y esto os habrá permitido rezar. Dios saca bienes de todo. Con esta confianza, y sabiendo que el Señor nunca nos abandona, comenzamos nuestra celebración eucarística llenos de entusiasmo y firmes en la fe.
 
Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn 15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido. Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?
 
En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.
 
Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.
 
Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.
 
En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.
 
Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.
 
Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.
 
De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.
 
Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que, como Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.
 
Julio Alonso Ampuero
Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico
Fundación Gratis Date, Pamplona, 2004
 
El regalo más grande
Mt 16,13-20
 
El evangelio de hoy tiene que hacernos experimentar la maravilla de la fe. Con frecuencia, estamos demasiado «acostumbrados» a creer; hemos nacido en una familia cristiana y nos parece lo más natural del mundo. Sin embargo, hemos de admirarnos del regalo de la fe, de que también nosotros podamos decir a Jesús: «Tú eres el Hijo de Dios», pues eso no nos viene de la carne ni de la sangre, sino que nos ha sido revelado por el Padre que está en los cielos. La fe es el regalo más grande que hemos recibido; más grande incluso que la vida, pues la vida sin fe sería absurda y vacía.
 
Por ello hemos de agradecer al Señor el don de la fe y hemos de sentirnos felices de creer. ¿Siento la dicha de ser creyente, cristiano, católico? ¿O vivo mi fe como un peso, una rutina, una costumbre? ¿Me preocupo de cultivar mi fe y hacerla crecer, de formarme bien como cristiano? Lo mismo que la gente se equivocaba al decir quién era Jesús, también en nuestra mente hay errores, opiniones o ideas equivocadas. ¿Procuro irlas desechando? Y la alegría de creer ¿me lleva a dar testimonio ante los demás, a manifestarme como creyente? ¿ O en cambio me avergüenzo de Cristo?
 
Pedro sigue estando presente hoy en el Papa, que ha recibido la autoridad de Cristo para atar o desatar. Debe escucharle como padre y pastor, seguir sus enseñanzas. ¿Me apoyo en la firmeza de la roca de Pedro? ¿Estoy contento de ser hijo de la Iglesia?
 
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
Semana XIX-XXVI del Tiempo Ordinario. , Vol. 6, Fundación Gratis Date, Pamplona, 2001
 
Cristo otorga las llaves del Reino de los cielos a Pedro después de su profesión de fe. Alude a este poder de las llaves en el Antiguo Testamento la primera lectura. San Pablo corona sus reflexiones sobre el destino de Israel con un himno a la infinita sabiduría de Dios.
 
El Concilio Vaticano II dijo que toda la Iglesia es como un sacramento visible de unidad y de salvación (LG 1). Por ello ha sido providencial la figura de Pedro, como signo vivo y permanente que garantiza la unidad visible de las comunidades eclesiales. Sin Cristo no existiría la Iglesia, pero ésta tiene que ser como la quiso Cristo, no como la quieran los hombres. En el querer de Cristo está la figura de su Vicario visible: el Papa. Donde está Pedro allí esta la Iglesia. Donde están Pedro y la Iglesia, allí está también la plenitud operante del Misterio de Cristo entre los hombres.
 
–Isaías 22,19-23: Colgaré de su hombro la llave del palacio de David. En el ambiente del Antiguo Testamento el signo de los poderes y de la responsabilidad sobre la suerte del pueblo era la imposición de las llaves sobre los hombros de los elegidos.
 
La función de las llaves es el poder de abrir y cerrar la casa del rey, soberano absoluto, y corresponde al primer ministro o visir. Es como el plenipotenciario del rey, el que hace sus veces. Ésta será en el Nuevo Testamento la función de Pedro en la Iglesia, reino de Dios. En las antífonas «O», antes de Navidad se dice el 20 de diciembre: «Oh llave de David y cetro de la Casa de Israel». Es el poder que Cristo confió en primer lugar a Pedro y a sus sucesores, luego a los demás apóstoles. Estos la otorgan a los obispos y sacerdotes para perdonar los pecados en el sacramento de la penitencia. Es la gran misericordia del Señor para con el hombre pecador.
 
–Por esto cantamos en el Salmo 137: «Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. Damos gracias al Señor por ello con todo nuestro corazón, lo alabamos, lo veneramos, le damos gracias. Él nos escucha cuando lo invocamos... se fija en el humilde y de lejos conoce al soberbio». Cristo que, siendo rico se hizo pobre, anima a su Iglesia en medio de las pruebas, para que nunca desfallezca, sino que tenga siempre sus ojos puestos en su gran misericordia.
 
–Romanos 11,33-36: Cristo es origen, guía y meta del universo. San Pablo, al término de su reflexión sobre el misterio de Israel y sobre el papel de la ley de la salvación, ve caer por el suelo los esquemas en que él creyó y, como iluminado por la luz de Cristo, prorrumpió en este grito que exalta la sabiduría y la libertad divina en la disposición de la historia salvífica de la humanidad. «¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios!». Dice San Jerónimo:
 
«Cuando el pueblo sea llevado al cautiverio, porque no tuvo ciencia, y perezca de hambre y arda de sed, y el infierno agrande su alma; y bajen los fuertes y los altos y gloriosos a lo profundo, y sea humillado el hombre, y haya recibido conforme a sus méritos, entonces el Señor será exaltado en el juicio, que antes parecía injusto; y Dios será santificado por todos en la justicia... Por lo cual debemos cuidar no adelantarnos al juicio de Dios, cuyos juicios son grandes e inenarrables, y del cual dice el Apóstol: «Inescrutables son tus juicios e imposibles de conocer sus caminos» (Rom 11,35). Hasta que Él ilumine las cosas ocultas en las tinieblas y abra los pensamientos de los corazones» (Comentario sobre el profeta Isaías 4,3).
–Mateo 16,13-20: Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los cielos». La promesa del Primado constituye, además de un acontecimiento histórico evangélico, un designio eclesiológico en la intención de Cristo. Pedro es la realidad básica y permanente de la Iglesia, que perdura por iniciativa y garantía de Dios, llámese como se llame. San Hilario de Poitiers escribe:
 
«La confesión de Pedro obtiene plenamente la recompensa merecida, por haber visto en el hombre al Hijo de Dios (Mt 16,13-19). Es dichoso, es alabado por haber penetrado más allá de la mirada humana viendo lo que venía no de la carne, ni de la sangre, sino contemplando al Hijo de Dios revelado por el Padre celestial. Y es juzgado digno de reconocer el primero aquello que en Cristo es de Dios.
 
«¡Oh feliz fundamento de la Iglesia, proclamado con su nuevo nombre; piedra digna de ser edificada, porque quebranta las leyes del infierno, las puertas del Tártaro y todas las prisiones de la muerte! ¡Oh dichoso custodio del cielo, a cuyo juicio son entregadas las llaves del acceso a la eternidad; cuyas decisiones, anticipadas en la tierra, son confirmadas en el cielo! En su virtud, aquello que ha sido atado o suelto en la tierra, recibirá en el cielo la condición de una decisión idéntica» (Comentario al Evangelio de San Mateo 16,7).

LECTIO DIVINA


ORACION AL ESPIRITU SANTO

Señor, Tú que preguntaste qué pensaba la gente de ti, y le preguntas a tus discípulos quién eres, te Pedimos que nos envíes tu Espíritu para que nos haga entender tu Palabra y podamos decir que tú Eres el Hijo de Dios vivo, y que nos invitas a participar de tu Reino. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
 

LECTURA DEL TEXTO BIBLICO   (Mt 16,13-20)
¿Qué dice el texto?

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
 
Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías. Palabra del Señor.
 
Pistas de reflexión
 
Contexto bíblico
 
La región en que tiene lugar la escena se encuentra al noreste de Galilea de los paganos. Sin ser totalmente una tierra extranjera, la región participa mucho de esta condición. Si a esto se añade el contexto precedente que habla de la prevención contra la enseñanza específicamente religiosa judía, tendremos que concluir que san Mateo está presentando y escribiendo en clave y perspectiva de una nueva realidad religiosa. Esta nueva realidad va a recibir en este texto el nombre de Iglesia de Jesús (v.18). Es la primera vez que el término Iglesia (Gr. ἐκκλησία, ecclesia) aparece en el Evangelio de Mateo para designar la comunidad de discípulos de Jesús, es decir, la comunidad de creyentes en él.
 
Este texto tiene dos núcleos. El primero es el atrevido anuncio de Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (v. 16). El segundo es la bendición y legitimación de Pedro. El texto nos pone en presencia de una doble identificación: por una parte, Jesús pregunta cómo le identifica la gente; por otra, Pedro es identificado por Jesús tras la confesión de fe de él. Además, si tenemos en cuenta el género literario de este pasaje típicamente semítico, resulta evidente que es Jesús quien dio a Simón el nombre de Pedro, con todo el simbolismo que dicho nombre comporta.
 
 
Texto bíblico
 
A) ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
 
Cesara de Filipo, cerca del monte Hermón a unos treinta kilómetros del Mar de Galilea, está en la frontera con el mundo pagano, y es la principal ciudad pagana. En tiempos pasados, la ciudad fue conocida por el culto a Baal y Pan que allí se efectuaba. En el tiempo de Jesús, había un templo dedicado al César. Parece ser que Jesús va ahí para escapar de las multitudes de Galilea y poder preparar a sus discípulos para la jornada hacia Jerusalén, que comienza en Mateo 19, 1; una jornada que terminará con su muerte y resurrección.
 
Jesús escoge este lugar pagano para revelarse más completamente a sus discípulos, tal vez dándonos una pista de su preocupación por todo el mundo que después hará explícito en la Gran Misión (28, 19-20). Más que decirles a los discípulos su identidad, les pide que le digan quién cree la gente que sea el Hijo del Hombre. Los discípulos le dicen a Jesús que la gente piensa que él es: Juan el Bautista; el profeta Elías, que se esperaba que reaparecería “antes que venga el día del Señor, grande y terrible” (Mal 4:5); el profeta Jeremías, que experimentó un gran rechazo y que lloró sobre la ciudad de Jerusalén. Alguno de los profetas. Es claro que la gente pensaba bien sobre Jesús y lo había considerado como profeta. Sí, Jesús es un profeta, pero es más que un profeta.
 
La respuesta que dan los apóstoles son una serie de piropos para cualquier israelita. Pero quien no tiene una experiencia personal de encuentro con Dios sólo ve y aprecia en Jesús el fenómeno, lo que aparece, un líder social, político, liberador, y es lógico: el ignorante, el que no conoce, ve simplemente lo que hay delante. El instruido, el que conoce, percibe más allá de lo que se ve.
 
 B) Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
 
La pregunta real es lo que los discípulos piensan sobre Jesús. Cuando les dice “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”, el ustedes es tanto enfático como plural: se dirige a todos los discípulos más que solamente a Pedro. El pueblo es libre de creer cualquier cosa que quieran respecto a Jesús, pero Jesús ha estado preparando cuidadosamente a estos discípulos para continuar con su obra. Han escuchado sus enseñanzas y han sido testigos de sus milagros. Lo que piensan sobre él es crítico. Lo que nosotros contestamos también es crucial. A estas alturas la incertidumbre es igual a la falta de fe. Ser cristiano significa creer que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo.
 
San Pedro sirve como el vocero del grupo. “Tú eres el Cristo” (Gr. Χριστός, Christós). La palabra Mesías (מָשִׁיחַ, Māšîa) y la palabra Cristo son la misma; una es hebreo y la otra en griego para designar al Ungido. Los reyes fueron separados para este cargo al ungirlos, tal y como hasta ahora. El Mesías, el Cristo, el Ungido es el Rey Divino de Dios.
 
San Pedro también dice que Jesús es “el Hijo del Dios vivo”. Jesús no solamente es el juez del futuro (el Hijo del Hombre), ni tampoco solamente el por tanto tiempo esperado Mesías del pasado (el Cristo); él es, como el Verdadero Hijo de Dios, la persona más importante en el presente. “El Dios vivo” contrasta dramáticamente con los ídolos sin vida de un lugar como Cesarea de Filipo.
 
Pero, además, cada uno de nosotros vamos revistiendo a Jesús de lo que nosotros somos. Y proyectamos en él nuestros deseos, aspiraciones, intereses y limitaciones. Pero Jesús sigue vivo. Al reconocerlo como el Hijo de Dios vivo tiene que culminar en nuestro trato positivo y bueno hacia a nuestros hermanos, demostrar realmente porque nos llamamos cristianos.
 
  C) Dichoso, Tú Simón, hijo de Juan
 
Pedro ha identificado a Jesús como el Hijo del Dios vivo. Ahora Jesús responde reconociendo a Simón como el hijo de Juan (Ar. Simón bar Ioná, Simón, hijo de Jonás) al mismo tiempo que le da su bendición. En el Evangelio de Juan, el padre de Pedro es identificado como Juan y no como Jonás (Jn 1, 42; 21, 15). Notemos que Jesús lo llama Simón, el nombre por el que su Padre lo reconocería, más que con el nuevo nombre que Jesús está por darle.
 
“Porque no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos.” Pedro no llegó a su discernimiento por una astucia espiritual. Dios le ha dado este entendimiento sobre Jesús. Este discernimiento de Pedro llega por revelación, por deducción. Esto también es para nosotros. No tenemos ninguna razón para ser orgullosos si sucede que estamos más despiertos espiritualmente que otros. Nuestra fe, igual que la de Pedro, es un don de Dios. Solamente desde el encuentro con Dios el hombre puede conocer el (Gr. Νοούμενoν, noumenon), la esencia, la realidad profunda de Jesús y llegar a la adhesión personal que es la fe. No podemos amar lo que no conocemos.
 
 D) Sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia
 
La gente estaba acostumbrada a pensar en Dios como una roca (Gn. 49, 24; Dt. 32; Salmos 18, 28, 31, 42, 62, 71, 78, 89). Isaías también se refiere a Abraham y Sara como una roca: “Miren a la piedra de donde fueron cortados, y a la caverna de la fosa de donde fueron arrancados. Dadas estas asociaciones con la palabra, Jesús le hace un gran honor a Pedro cuando lo identifica con una Roca. Al mismo tiempo pone sobre él una gran carga de responsabilidad. Por la palabra roca el Salvador no podía haberse referido a sí mismo, sino solo a Pedro, ya que es más evidente en arameo, donde la misma palabra (kephá, כיפא) es usada para Pedro como roca. Su declaración admite entonces una explicación, a saber, que Él desea hacer de Pedro la cabeza de toda la comunidad de aquellos que creían en Él como el verdadero Mesías; que a través de este fundamento (el de Pedro), el Reino de Cristo sería inconquistable; que la guía espiritual de la fe estuviera establecida en las manos de Pedro, como el representante de Cristo.
 
Primeramente, cuando miramos el griego de Mateo 16:18, “Tú eres Pedro (Gr. Πέτρος, pétros), y sobre esta roca (πέτρα, pétra) edificaré mi Iglesia”. En el griego, los sustantivos tienen géneros (masculino y femenino). El primero es masculino, el segundo es femenino. De igual manera, la palabra “pétros” es masculina y “pétra”, es femenina. El nombre de Pedro se refiere en forma correcta a “pétros”. Pero Jesús dijo que la roca en la cual Él (Cristo), edificaría Su iglesia no se encuentra en el masculino de “pétros”, sino en el femenino de “pétra” Jesús no estaba diciendo que edificaría su Iglesia sobre un hombre, en este caso, Pedro; sino que lo haría sobre algo más. ¿A qué se refiere entonces el sustantivo femenino “pétra”?
 
Encontramos que se refiere a una gran masa inamovible de roca en la que una tumba es excavada (Mateo 27:60) y se usa, con referencia a Cristo: 1 Cor 10, 4 y 1 Pe 2, 8. Note que el mismo Pedro en su epístola y en este último versículo se refiere a Jesús como “pétra”, y no como a Él mismo. Si Pedro usa la palabra con referencia a Jesús y no a él mismo, ¿no deberíamos hacerlo nosotros también? Una piedra es movible, variable e inestable. Por lo tanto sigue la tradición de generación en generación y sigue estando Jesús presente en su Iglesia. Y dará tal estabilidad y seguridad a la comunidad, que, supe­rando problemas y dificultades, garantiza la pervivencia de la comunidad, que ha de seguir adelante hasta que se logre ple­namente el proyecto de Jesús.
 
 E) Te daré las llaves del Reino de los cielos
 
Esta frase tiene su raíz en Is, 22, 22, “Y pondré la llave de la casa de David sobre su Hombro (de Eliaquim); y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.” Así Eliaquim se convierte en el mayordomo de la casa, responsable de abrir la casa en la mañana, cerrarla por la noche y controlar el acceso a la presencia real. Atar y desatar también tienen que ver con reglas respecto a la doctrina y conducta ética. En el lenguaje rabínico atar y desatar es declarar ciertas acciones prohibidas o permitidas. Después la tradición cristiana extenderá este principio para incluir el poder de perdonar o retener ciertos pecados (18, 18); Jn 20, 23).
 
Y ahora Cristo hace partícipe a un hombre, a Pedro, sobre el que se edifica su Iglesia, de este poder de las llaves que llega hasta el más allá: lo que él ate o desate en la tierra, quedará atado o desatado en el cielo. Adviértase que tanto en la Antigua Alianza como en los casos de Jesús y de Pedro es siempre una persona muy concreta la que recibe estas llaves. En la Iglesia fundada por Cristo es siempre una persona muy determinada la que tiene la llave.
 
 F) Ordenó a sus discípulos que no se lo dijeran a nadie
 
Jesús todavía no está listo para que sus discípulos le digan al mundo su secreto. El mundo no está listo todavía para escuchar el secreto, y los discípulos todavía no están listos para revelar el secreto correctamente. Jesús no permite a los discípulos que revelen su identidad como Mesías hasta que ellos entiendan lo que esto involucra. No lo entenderán realmente hasta que vean al Cristo resucitado. Eso sucederá bastante pronto. Jesús comenzará su jornada hacia Jerusalén y la cruz el 19, 1.
 
Recomienda que filtren por su cabeza aquello que nace del corazón, que no sean impetuosos. Toda verdad, como toda confidencia, si no es liberadora y puede ser rectamente entendida no se debe decir. Hay que esperar el momento oportuno y buscar la manera adecuada.
 
Preguntas para la lectura
 
¿A dónde llegó Jesús?
¿Qué les pregunta a sus discípulos?
¿Y Para ustedes quién Soy?
¿Qué le contesta Pedro?
¿Qué le dijo Jesús a Pedro?
¿Qué les ordena a sus discípulos?
 
MEDITACIÓN 
¿Qué me/nos dice la Palabra de Dios?
¿Qué le respondo a Jesús cuando a mí me dirige esa pregunta esencial?: tú, ¿quién dices que soy yo? Esta pregunta de Jesús cuestiona toda mi vida: pensamientos, sentimientos, valores, planes, ideales, ocupaciones, actuaciones, conducta, familia, comunidad cristiana. ¿A qué Jesús estamos mostrando al mundo? ¿Será que soy capaz de mirar al Papa como piedra y sucesor de Pedro, o lo critico o pido por él?
 
ORACIÓN 
¿Qué le respondo al Señor, que le respondemos al Señor?
Gracias, Señor, porque nos invitas a mirarte tal cual eres y porque te has revelado como el Hijo de Dios vivo, que viene a salvarnos; por todas las gracias que nos regalas por medio de tu Iglesia y sus pastores como sucesores de los Apóstoles. Por eso te damos gracias Señor. Gracias Señor, gracias Señor.
 
Te pedimos perdón por las veces que no hemos confiado en tu misericordia y por las veces que hemos criticado a nuestros pastores en lugar de hacer oración y pedir por ellos, y cuando nos convertimos en jueces de nuestros hermanos. Por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.

CREDO (Profesión de Fe)

 

CREDO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
 
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
 
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
 

ORACION UNIVERSAL

ORACIÓN DE LOS FIELES.

Celebrante: Hermanos, la misericordia de Dios es eterna; por eso supliquémosle con confianza diciendo:
 
R. Padre, escúchanos.
 

ORACIÓN DE LOS FIELES. (Monitor)

Para que la Iglesia viva en constante acción de gracias a Dios por sus múltiples dones. Oremos al Señor.
 
Para que el Papa y nuestro obispo ejerzan su ministerio con los mismos sentimientos de Cristo. Oremos al Señor.
 
Para que la fe de los cristianos se traduzca en obras en favor de los más pobres y necesitados. Oremos al Señor.
 
Para que los que viven encarcelados sean tratados con respeto y conforme a su dignidad de personas. Oremos al Señor.
 
Para que los que son perseguidos por defender la verdad, los exiliados y los inmigrantes, puedan disfrutar de la libertad y la justicia. Oremos al Señor.
 
Para que al proclamar que Jesús es el Hijo de Dios nos comprometamos a vivir como Él vivió. Oremos al Señor.

ORACIÓN.

Celebrante: Padre, escucha las súplicas de tus hijos y danos tu salvación.   
Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

LITURGIA EUCARÍSTICA

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Celebrante: Señor, que con un mismo y único sacrificio adquiriste para ti un pueblo de adopción, concede, propicio, a tu Iglesia, los dones de la unidad y de la paz.
 Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén

MONICIÓN DE OFRENDAS (Monitor)

De la fecundidad del campo y por el trabajo del hombre, se ha sacado el pan y el vino que hoy llevamos al altar. Con esas ofrendas presentamos al Señor nuestra gratitud por los frutos de la tierra. Cantemos todos.

Ofrenda Sagrada: recibe señor mi ofrenda junto al pan y al vino Reconozco que  todo lo que tengo y todo lo que soy tú me lo has dado y es mi agradecimiento porque eres mi señor a quien ofrezco el fruto de mi trabajo para las necesidades sostenimiento y engrandecimiento de nuestra iglesia amén.
 
 

CANTO DE OFERTORIO  

C
Te ofrecemos, Señor,
                  F                C
este Pan y este Vino;
                                 A7                  Dm
que en tu Cuerpo y tu Sangre,
                    G                 C
quedarán convertidos.

                        C
1. Con el vino y el pan,
                  F                 C                 G          C
te ofrecemos el fruto de nuestro trabajo;
                   Em
la ilusión de vivir,
                  F                 C                 D7         G
el placer y el dolor, la alegría y el llanto.

                        C
2. Juntamente, Señor,
                  F                C                G            C
te ofrecemos la vida que Tú nos has dado;
                    Em           A                 Dm
la esperanza, la fe y el amor,
                      D7                                G
que nos hace sentirnos hermanos.
 

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS

Celebrante: Bendito seas señor, Dios del universo por este pan y este vino fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de Salvación.
 

Invitación a orar

Celebrante: Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
 
R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 

PLEGARIA EUCARISTICA

Celebrante: El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Celebrante: Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Celebrante: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
 

PREFACIO DOMINICAL I
EL MISTERIO PASCUAL Y EL PUEBLO DE DIOS

Celebrante: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
 
Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.

Aclamación:

Por eso, con los ángeles y los arcángeles, con los tronos y dominaciones y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

CANTO DE SANTO

 
SANTO LUNA
 
Bm   Em     A      D
  Santo,      Santo,
   G                Em              F#m     Bm
 Santo es el Señor Dios del universo
 
Bm      Em            A               D       
llenos están los cielos y la tierra
  G         Em      F#m  Bm
 de su Gloria ¡Hosanna!
 
 
Bm   Em      A     D      G    Em   F#m    Bm
Hosanna  Hosanna  Hosanna en el cielo (2)
 
   Bm                       Em           
Bendito es el que viene
        A                    D
en Nombre del Señor,
  G                     Em      F#m  Bm
Hosanna en el cielo, Hosanna
 
 

CONSAGRACIÓN

Prefacio
Celebrante: Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;

TRANSUBSTANCIACIÓN

1ª Epíclesis o invocación al Espíritu Santo. Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
Relato de la institución de la Eucaristía. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan; dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
 
TOMAD Y COMED TODOS DE EL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR NOSOTROS.
 
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:
 
TOMAD Y BEBED TODOS DE EL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR NOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
 

Aclamación

Éste es el Sacramento de nuestra fe:
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. !Ven, Señor Jesús!

Anámnesis Memorial y ofrenda

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo,
Oblación te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
 

2ª Epíclesis o invocación al Espíritu Santo 

Te pedimos, humildemente, que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Intercesión

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa ... , con nuestro Obispo ... y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
 
Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
 

Conmemoración de los Santos Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Aclamación
Doxología

Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

 

PADRE NUESTRO (Oración)

Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
 

PADRE NUESTRO


Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
 
Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

RITO DE PAZ

 
Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
"La paz os dejo, mi paz os doy"; no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
 
 
Celebrante: La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Celebrante: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

FRACCION DEL PAN

CANTO DE CORDERO DE DIOS

 
CORDERO (Balada)
 
Em                                 Am     
Cordero de Dios que quitas
C          D           Em
el pecado del mundo 
 
Am    D                G     Em  
ten piedad de nosotros  
Am    B7               Em
ten piedad de nosotros ( 2)
 
Em                                 Am     
Cordero de Dios que quitas
C          D           Em
el pecado del mundo 
C   E7       Am   D D7        G
Danos la paz, danos la paz
Am D     G Em     Am B7       E  E7
Danos,   danos,   danos   la paz
Am D      G Em     Am B7       Em
Danos,   danos,   danos   la paz
 
 
Celebrante: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
Celebrante: El Cuerpo de Cristo que me guarde para la vida eterna.
R. Amén.

COMUNION

MONICIÓN DE COMUNION (Monitor)


Para los hermanos que van a recibir la sagrada comunión es importante que antes de comulgar mediten en lo siguiente Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave no comulgue el cuerpo del señor sin acudir antes a la confesión sacramental Quien vaya a recibir la sagrada comunión debe abstenerse de tomar cualquier alimento al menos una hora antes a excepción del agua y de las  medicinas.

¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios!, ha expresado San pablo hoy. Por esa generosidad misteriosa, Dios se nos entrega en la Santa Comunión. Acerquémonos con fe y devoción a recibirle.

ANTÍFONA DE COMUNION (Monitor)


La tierra está llena, Señor, de dones tuyos: el pan que sale de la tierra y el vino que alegra el corazón del hombre.

CANTO DE COMUNION

Am              G            Am       
Donde hay caridad y amor, 
G   G7           C
allí está el Señor,
Dm    Em       Am
allí está el Señor.

         E                  Am             
Una sala y una mesa, 
G                G7       C        
una copa, vino y pan,
Dm                               Am          
los hermanos compartiendo 
Em             E7    Am
en amor y en unidad.

         E               Am                 
Nos reúne la presencia 
G             G7    C   
y el recuerdo del Señor,
Dm                         Am                
celebramos su memoria 
Em                   E7   Am
y la entrega de su amor.

     E                  Am                    
Invitados a la mesa 
G                       G7     C
del banquete del Señor,
Dm                          Am              
recordamos su mandato 
Em               E7  Am
de vivir en el amor.

     E                           Am                  
Comulgamos en el Cuerpo 
G                             G7       C   
y en la Sangre que Él nos da,
Dm                         Am                
y también en el hermano, 
Em                        E7   Am
si lo amamos de verdad.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Celebrante: Te pedimos, Señor, que la obra salvadora de tu misericordia fructifique plenamente en nosotros, y haz que, con la ayuda continua de tu gracia, de tal manera tendamos a la perfección, que podamos siempre agradarte en todo.  Por Jesucristo, nuestro Señor R. Amén.

RITO DE CONCLUSION

BENDICION FINAL

Celebrante: El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
 
Celebrante: La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.

Celebrante: Pueden ir en paz. 
R. Demos gracias a Dios
 

MONICIÓN DE SALIDA (Monitor)

Queridos hermanos, nuestra fe se apoya en la confesión de fe de Pedro. Dichosos también  nosotros que creemos en Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Vayamos a vivir aquello en lo que creemos.
 
                                       CANTO DE SALIDA

MADRE ERES TERNURA

D            Em 
Madre eres ternura
A7         D
Eres una flor
Bm         Em
Blanca y preciosa
A7            D
Llena de amor (2)
 
                          Em
Si, Señora ven a mi
A7         D
Ven, ven a mi
  Bm            Em
Cúbreme con tu manto
 A7       D
Lleno de amor (2)
 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 





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