viernes, 18 de agosto de 2023

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO MISAL DOMINGO 20 DE AGOSTO 2023

 

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
MISAL DOMINGO 20 DE AGOSTO 2023

RITOS INICIALES

 MONICIÓN DE ENTRADA (Monitor)

Muy buenas (noches, días, tardes).  Nos reunimos en el nombre del Señor un domingo más para celebrar la Eucaristía; Nos reunimos porque Dios mismo nos convoca y conduce nuestros pasos hacia él. Estamos aquí también porque queremos reafirmar nuestra fe en Cristo Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
 
ANTÍFONA DE ENTRADA  Sal. 85, 3.5 (Monitor)

Dios, protector nuestro, mira el rostro de tu Ungido. Un solo día en tu casa es más valioso, que mil días en cualquier otra parte.
 
Nuestra reunión del domingo debe manifestar que somos una Iglesia acogedora, sin discriminaciones, porque también nosotros, extranjeros en tierra extraña, hemos sido acogidos por Dios, por eso celebremos jubilosos este banquete con Jesús, rey de todas las naciones.
 
Comencemos entonando todos, el canto de entrada. De pie, por favor.

CANTO DE ENTRADA

VIENEN CON ALEGRIA
 
D
vienen con alegría, señor,
                                                  D7           
cantando vienen con alegría, señor,
G             A                F#m       Bm
los que caminan por la vida, señor,
     G                     A          D     
sembrando tu paz y amor.
 
D                                         A
vienen trayendo la esperanza
                                            D
a un mundo cargado de ansiedad,
                                                      A
un mundo que busca y que no alcanza
                                       D     
caminos de amor y de amistad.
 
SALUDO
 
Celebrante: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
R.  Y con tu Espíritu.

ACTO PENITENCIAL

Celebrante: Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
 
Celebrante: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.  R. Amén.

CANTO DE TEN PIEDAD

 
 
Em      E7       Am
Señor ten piedad
      D7                G
Seeñor ten piedad
    Em             Am
Señor ten piedad
          B7               Em
De nosotros ten piedad
 
Em         E7       Am
Cristo ten piedad
         D7               G
Criisto ten piedad
      Em               Am
CRISTO ten piedad
          B7               Em
De nosotros ten piedad
 
Em      E7       Am
Señor ten piedad
      D7                G
Seeñor ten piedad
    Em             Am
Señor ten piedad
          B7               Em
De nosotros ten piedad


CANTO DE GLORIA
 
 
 
F                                  A#                  
Gloria a Dios en las alturas
C7                          F
y en la tierra al hombre paz.
                                        A#                          
Tu bondad está en el hombre
C7               F
a quien amas de verdad.
 
                      A#                 F       
Por tu inmensa gloria damos esquema
                    C7                 F
muchas gracias sin cesar.   
                A#                     F                        
Te alabamos, te adoramos,
C7                  F
Padre nuestro celestial.
 
 F                                   A#               
Tú que quitas el pecado,
C7                    F
siendo víctima pascual,
                                       A#              
No te olvides de tu pueblo,
C7                      F
de nosotros ten piedad.
 
F                                     A#       
Porque sólo Tú eres santo,
C7                         F
Jesucristo, ten piedad;
                                        A#                
Tú que estás a la derecha d
C7                 F
de Dios Padre inmortal.
 
F                     A#         
A ti, Espíritu divino,
C7                          F
te invocamos con afán;
                                      A#                
Que en tu amor siempre vivamos
C7                        F
en perfecta unidad.
  
 
ORACIÓN COLECTA

Celebrante: Señor Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde en nuestros corazones el anhelo de amarte, para que, amándote en todo y sobre todo, consigamos tus promesas, que superan todo deseo.
 
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amen. 
 
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
 
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Monitor)

El texto de Isaías que escucharemos hoy, anuncia a todos los extranjeros la inserción social dentro de la comunidad judía a condición de observar el sábado y comprometerse con la alianza. Esa sinceridad de corazón nos remite al texto del evangelio que escucharemos posteriormente.

PRIMERA LECTURA
 
Lectura del libro del profeta Isaías (56, 1. 6-7)
 
Esto dice el Señor: “Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse. A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar, porque mi templo será la casa de oración para todos los pueblos”.
 
Palabra de Dios.
R. Te alabamos Señor
 
SALMO RESPONSORIAL
 
 
MONICIÓN SALMO RESPONSORIAL 66 (Monitor)

Con el salmo 66 manifestamos nuestro anhelo de que todos los pueblos conozcan la salvación de Dios. Contestaremos:
 
SALMO RESPONSORIAL 66

      C                      F             G               C
R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
 
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.  R.
 
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R.
 
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R.
 

SEGUNDA LECTURA
 
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (Monitor)

En su carta a los Romanos, Pablo ve en el rechazo de Cristo por parte del pueblo judío una situación provisional, pues eso ha posibilitado la entrada de los gentiles.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos (11, 13-15. 29-32)

Hermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio. Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro salvar a algunos de ellos. Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección. Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán. En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.
 
Palabra de Dios.
R. Te alabamos Señor
 
 
MONICIÓN EVANGELIO (Monitor)

El pasaje del Evangelio de San Mateo, que hoy escucharemos, habla de una mujer pagana cuya fe es valorada por Jesús por encima de la fe de Israel. Dios no excluye a nadie de su plan de salvación universal.
CANTO DE ALELUYA

CANTO DE ALELUYA
ALELUYA (Busca Primero)
 
INTRO: D    F#m   G   D    
 
D    F#m   G   D       G   D          A   A7
Aleluya,   aleluya, aleluya, aleluuuya
D    F#m    G   D      G   D     A   D
Aleluya,   aleluya, aleluya, aleluya
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Monitor)

R. Aleluya, aleluya.
 
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.
 
R. Aleluya, aleluya.
 
EVANGELIO

SANTO EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (15, 21-28)
 
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. El les contestó: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”. Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!” El le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
 
Palabra del Señor.
R. Gloria a Ti Señor Jesús.
        
HOMILIA
 
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
Benedicto XVI, Papa
Ángelus(14-08-2005): No te desalientes jamás
Sunday 14 de August de 2005
 
En este XX domingo del tiempo ordinario la liturgia nos presenta un singular ejemplo de fe: una mujer cananea, que pide a Jesús que cure a su hija, que "tenía un demonio muy malo". El Señor no hace caso a sus insistentes invocaciones y parece no ceder ni siquiera cuando los mismos discípulos interceden por ella, como refiere el evangelista san Mateo. Pero, al final, ante la perseverancia y la humildad de esta desconocida, Jesús condesciende: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas" (Mt 15, 21-28).
 
"Mujer, ¡qué grande es tu fe!". Jesús señala a esta humilde mujer como ejemplo de fe indómita. Su insistencia en invocar la intervención de Cristo es para nosotros un estímulo a no desalentarnos jamás y a no desesperar ni siquiera en medio de las pruebas más duras de la vida. El Señor no cierra los ojos ante las necesidades de sus hijos y, si a veces parece insensible a sus peticiones, es sólo para ponerlos a prueba y templar su fe.
 
Este es el testimonio de los santos; este es, especialmente, el testimonio de los mártires, asociados de modo más íntimo al sacrificio redentor de Cristo. En los días pasados hemos conmemorado a varios: los Papas Ponciano y Sixto II, el sacerdote Hipólito y el diácono Lorenzo, con sus compañeros, que murieron en Roma en los albores del cristianismo. Además, hemos recordado a una mártir de nuestro tiempo, santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, copatrona de Europa, que murió en un campo de concentración; y precisamente hoy la liturgia nos presenta a un mártir de la caridad, que selló su testimonio de amor a Cristo en el búnker del hambre de Auschwitz: san Maximiliano María Kolbe, que se inmoló voluntariamente en lugar de un padre de familia.
 
Invito a todos los bautizados, y de modo especial a los jóvenes que participan en la Jornada mundial de la juventud, a contemplar estos resplandecientes ejemplos de heroísmo evangélico. Invoco sobre todos su protección y en particular la de santa Teresa Benedicta de la Cruz, que pasó algunos años de su vida precisamente en el Carmelo de Colonia. Que sobre cada uno de vosotros vele con amor materno María, la Reina de los mártires, a quien mañana contemplaremos en su gloriosa asunción al cielo.
 
Ángelus(14-08-2011): Cuando Dios hace silencio
Sunday 14 de August de 2011
 
El pasaje evangélico de este domingo comienza con la indicación de la región a donde Jesús se estaba retirando: Tiro y Sidón, al noroeste de Galilea, tierra pagana. Allí se encuentra con una mujer cananea, que se dirige a él pidiéndole que cure a su hija atormentada por un demonio (cf.Mt 15, 22). Ya en esta petición podemos descubrir un inicio del camino de fe, que en el diálogo con el divino Maestro crece y se refuerza. La mujer no tiene miedo de gritar a Jesús: «Ten compasión de mí», una expresión recurrente en los Salmos (cf. 50, 1); lo llama «Señor» e «Hijo de David» (cf. Mt 15, 22), manifestando así una firme esperanza de ser escuchada. ¿Cuál es la actitud del Señor frente a este grito de dolor de una mujer pagana? Puede parecer desconcertante el silencio de Jesús, hasta el punto de que suscita la intervención de los discípulos, pero no se trata de insensibilidad ante el dolor de aquella mujer. San Agustín comenta con razón: «Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no por rechazarle la misericordia, sino para inflamar su deseo» (Sermo 77, 1: PL 38, 483). El aparente desinterés de Jesús, que dice: «Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel» (v. 24), no desalienta a la cananea, que insiste: «¡Señor, ayúdame!» (v. 25). E incluso cuando recibe una respuesta que parece cerrar toda esperanza —«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos» (v. 26)—, no desiste. No quiere quitar nada a nadie: en su sencillez y humildad le basta poco, le bastan las migajas, le basta sólo una mirada, una buena palabra del Hijo de Dios. Y Jesús queda admirado por una respuesta de fe tan grande y le dice: «Que se cumpla lo que deseas» (v. 28).
 
Queridos amigos, también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar asimismo a Jesús: «¡Danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!». Es el camino que Jesús pidió que recorrieran sus discípulos, la cananea y los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos, cada uno de nosotros. La fe nos abre a conocer y acoger la identidad real de Jesús, su novedad y unicidad, su Palabra, como fuente de vida, para vivir una relación personal con él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y en definitiva es un don de Dios, que se revela a nosotros no como una cosa abstracta, sin rostro y sin nombre; la fe responde, más bien, a una Persona, que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros y comprometer toda nuestra vida. Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia de la conversión, cada día debe vernos pasar del hombre encerrado en sí mismo al hombre abierto a la acción de Dios, al hombre espiritual (cf. 1 Co 2, 13-14), que se deja interpelar por la Palabra del Señor y abre su propia vida a su Amor.
 
Queridos hermanos y hermanas, alimentemos por tanto cada día nuestra fe, con la escucha profunda de la Palabra de Dios, con la celebración de los sacramentos, con la oración personal como «grito» dirigido a él y con la caridad hacia el prójimo. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, a la que mañana contemplaremos en su gloriosa asunción al cielo en alma y cuerpo, para que nos ayude a anunciar y testimoniar con la vida la alegría de haber encontrado al Señor.
 
Congregación para el Clero
Homilía
 
Al grito de Pedro: «Señor, sálvame», del domingo pasado; y a la súplica llena de fe de la mujer pagana: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David», responde el corazón de Dios que se dona como Salvador y Salvación a sus hijos.
 
Todavía, una vez más la liturgia nos invita a contemplar no tanto el «Evangelio de los méritos», si no más bien aquel evangelio de la Gracia y del deseo de salvación. Oramos en la Colecta: «Infunde en nosotros la dulzura de tu amor, para que amándote en todas las cosas, obtengamos los bienes por ti prometidos y que superan todos los deseos».
 
Estamos así puestos en el horizonte infinito del amor de Dios por nosotros; amor que nos conduce hacia «el monte santo» y nos «colmará de alegría en su casa».
 
En esta lógica del amor infinito de Dios se inserta y se comprende la escena narrada por el Evangelista San Mateo: se lleva a cabo «en tierra extranjera», la mujer, que es una madre oprimida por el dolor vivo y angustiante («Mi hija es muy atormentada por un demonio»), es una cananea, sin ningún derecho de acercarse al Señor a pedirle su intervención. Y a pesar de todo, viendo al Maestro, no se calló el grito del propio sufrimiento, expresando en tal modo el materno deseo de salvación y de liberación para la propia hija: un amor natural capaz de ir más allá de los obstáculos, permaneciendo en una mendigante imploración. La mujer no pretende la intervención del Señor como un derecho, si no que lo pide como un don a Aquel que es Don total, reconociendo en el Señor al Mesías. Su fe se encierra toda en la expresión «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David».
 
Surge así un diálogo cercano y dramático entre Jesús y la mujer cananea. Es el diálogo que abre aquel corazón de madre, adolorido pero lleno de fe, y se abre al horizonte de la salvación que Cristo trae a toda la humanidad. Y así toma forma la historia de un dolor abierto a la fe y de una fe convertida en milagro y liberación: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
 
Por la fe, creída y profesada en las palabras y en las obras, se cumple el deseo del corazón del hombre; la felicidad y la salvación se realizan en el encuentro con el Señor y Su potencia.
 
Como conclusión San Mateo señala que «en aquel momento quedó curada su hija». Existe una extraordinaria y sobrenatural sincronía entre «la hora de la fe» y «la hora de la salvación»; seguir a Cristo es garantía cierta de salvación, mientras que el trágico rechazo a la Verdad y a la Gracia es camino a la desesperación.
 
La Santísima Virgen, que en estos días contemplamos Asunta al Cielo y Reina del Universo, nos ayude en el camino de la vida para que sepamos desear y caminar activamente hacia la Salvación que Cristo gratuitamente nos dona, para ser «herederos de la gloria de los cielos». (Oración después de la Comunión).
 
Julio Alonso Ampuero
Meditaciones Bíblicas sobre el Año Litúrgico
Fundación Gratis Date, Pamplona, 2004
 
Todo es gracia
Mt 15,21-28
 
Impresiona ante todo de esta mujer cananea su profunda humildad. Pide ayuda a Jesús, pero reconoce que no tiene ningún derecho a esta ayuda. Lo espera todo y sólo de la benevolencia y de la misericordia de Jesús. Todo es gracia. Y no hay otra manera válida de acercarnos a Dios –en la oración, en los sacramentos ...– más que en la disposición del pobre que mendiga esta gracia. No podemos exigir ni reclamar nada de Dios. «Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor esperando su misericordia».
 
Impresiona también su fe, que produce admiración al mismo Jesús. A pesar de las dificultades que Jesús le pone, con unas palabras muy duras, ella sigue esperando el milagro, sin desanimarse. ¿Tiene mi fe esa misma vitalidad y energía? ¿Tiene esa capacidad de esperar contra toda esperanza? Las dificultades, ¿derrumban mi fe o, por el contrario, la hacen crecer?
 
Y, finalmente, impresiona el amor a su hija. Conoce la necesidad de su hija –«mi hija tiene un demonio muy malo»– y está dispuesta a no marcharse hasta que consiga el milagro. Insiste sin cansarse. Contrasta con la postura de los discípulos que le piden a Jesús que se lo conceda para quitársela de encima y para que deje de molestar. ¿Cómo es mi amor a los demás? ¿Me importan? ¿Voy hasta el final en la ayuda que puedo darles, incansablemente, a pesar de las dificultades? ¿O cuando los ayudo es para conseguir que me dejen en paz?
 
Manuel Garrido Bonaño
Año Litúrgico Patrístico
Semana XIX-XXVI del Tiempo Ordinario. , Vol. 6, Fundación Gratis Date, Pamplona, 2001
 
Las tres lecturas convergen en un mismo tema: Dios llama a todos los hombres a la salvación. Esta universalidad del designio de salvación y del misterio redentor de Cristo Jesús constituye la razón de ser más profunda de la Iglesia y debería constituir también una inquietud permanente en quienes, por un don gratuito y electivo, hemos sido incorporados ya al Misterio de Cristo y de la Iglesia.
 
–Isaías 56,1.6-7: A los extranjeros los traeré a mi monte santo. En el Nuevo Testamento Dios mismo ha roto los exclusivismos de Israel, para abrir el evangelio y la obra redentora de Cristo a todos los hombres, mediante el don de la fe.
 
La condición del sábado y de la alianza manifiestan el empeño total del hombre con Dios. Esto se llama también servicioy amor. Dios ofrece a los paganos la participación plena del culto.
 
En el nuevo régimen, el templo, centro y corazón del judaísmo, será ante todo «casa de oración» y, como tal, estará abierta a todos los pueblos: es una expresión típica del universalismo profético del Antiguo Testamento. Jesucristo mismo dirá un día ese texto: «Mi casa es casa de oración para todos los pueblos» (Mt 21,13). Dios reunirá no solo a los dispersos de Israel, sino a otros muchos hombres.
 
–Sigue esa idea en el Salmo 66, cuyo tema central se repite en cada una de sus partes: «Oh Dios, que te alaben todos los pueblos, que todos los pueblos te alaben», con lo cual se quiere expresar el anhelo ardiente de que Dios sea, finalmente, reconocido como Señor universal de toda la tierra.
 
–Romanos 11,13-15.29-32: Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel. Este fue el pueblo elegido para Cristo. Por su infidelidad, permaneció fuera del Evangelio y rechazó a Cristo. Pero en los designios divinos del Padre siempre es posible su salvación. El amor de Dios es irrevocable. Escribe San Ireneo:
 
«La gloria del hombre es Dios; pero el receptáculo de toda acción de Dios, de su sabiduría y de su poder, es el hombre. Y así como el médico se prueba que es tal en los enfermos, así Dios se manifiesta en los hombres. Por eso dice San Pablo: ‘‘Incluyó a todos los hombres en la incredulidad, a fin de que todos alcanzaran su misericordia’’ (Rom 11,32). Esto dice del hombre, que desobedeció a Dios y fue privado de la inmortalidad, pero después alcanzó misericordia y, gracias al Hijo de Dios, recibió la filiación, propia de Éste» (Contra las herejías 3,20,2).
 
–Mateo 15, 21-28: Mujer, grande es tu fe. San Juan Crisóstomo comenta este lugar evangélico:
 
«Porque, ¿qué le respondió Cristo?: «¡Oh mujer, grande es tu fe!» He ahí explicadas todas las dilaciones: quería el Señor pronunciar esa palabra, quería coronar a la mujer. Como si dijera: «tu fe es capaz de lograr cosas mayores que ésa; pues hágase como tú quieres». Semejante es esa expresión a aquella otra: «hágase el cielo y el cielo fue hecho» (Gen 1,1). Y a partir de aquel momento quedó sana su hija. Mirad cuán grande parte tuvo la mujer en la curación de su hija. Porque por eso no le dijo Cristo: «quede curada tu hija», sino: «grande es tu fe; hágase como tú quieres». Con lo cual nos da a entender que sus palabras no se decían sin motivo, ni para adular a la mujer, sino para indicarnos la fuerza de la fe. Y la prueba y la demostración de esa fuerza dejóla el Señor al resultado mismo de las cosas. Desde aquel momento, dice el evangelista, su hija quedó sana.
 
«Mas considerad también, os ruego, cómo, vencidos los apóstoles y fracasados en su intento, la mujer consiguió su pretensión. Tanto puede la perseverancia en la oración. De verdad Dios prefiere que seamos nosotros quienes le pidamos en nuestros asuntos, que no los demás por nosotros. Cierto que los apóstoles tenían más confianza con el Señor; pero la mujer demostró más constancia. Y por el resultado de su oración, el Señor se justificó también ante sus discípulos de todas sus dilaciones y les hizo ver que con razón no hizo caso de sus pretensiones (Homilía 52,2-3 sobre San Mateo).

LECTIO DIVINA

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
 
Señor, Tú que anduviste en territorio pagano y estuviste enseñando la Buena Nueva a los alejados, te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo para que nos ayude a comprender tu mensaje de salvación y nos haga capaces de ir al encuentro de nuestros hermanos, principalmente de los más necesitados. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
 
LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Mt 15, 21-28)
¿Qué dice el texto?
 
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: “Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros”. Él les contestó: «Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel».
Ella se acercó entonces a Jesús y, postrada ante Él, le dijo: “¡Señor, ayúdame!”. Él le respondió: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Pero ella replicó: “Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Entonces Jesús le respondió: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas”. Y en aquel mismo instante quedó curada su hija. Palabra del Señor 
 
Pistas de reflexión
Contexto bíblico
 
Colocado inmediatamente después de una discusión de la pureza tanto en Mateo y Marcos, el encuentro de Jesús con esta mujer cananea pone de manifiesto las consecuencias de los evangelistas se encuentran en su punto de vista de la pureza: Gentiles ya no ser separados de Israel (Hech 10, 15, 28; 11, 9-18). Al igual que un gentil anteriormente en el Evangelio de san Mateo (8, 10), esta mujer se convierte en un ejemplo de fe. También como el centurión, la fe de este forastero se compara favorablemente con el de algunos expertos religiosos entre los contemporáneos de Jesús (15, 1-20).
San Mateo refuerza este punto especificando exactamente lo que significa la mujer siro-fenicia de san Marcos (Mc 07, 26). Ella es un descendiente de los antiguos cananeos, los enemigos bíblicos desagradables de Israel cuyo paganismo menudo había guiado a Israel en la idolatría. “Sí”, Mateo parece responder; “La compasión de Dios se extiende a todos los gentiles.” Si Tiro y Sidón (15, 21) conducen a algunos lectores a recordar Jezabel, otros deben recordar en lugar de la viuda que apoyó a Elías (1 Re 17, 8-24; Lc 4, 26). Así pues, la narración constituye otra de las invitaciones de san Mateo a la misión a los gentiles (2, 1-11; 8, 5-13), lo que refuerza el mensaje de 11, 21-24 (donde Tiro y Sidón fueron más abiertos al arrepentimiento que los pueblos galileos).
 
Texto bíblico
A) La mujer no acepta un no por respuesta
 
Jesús se va de Genesaret, que está en la costa del mar de Galilea, a Tiro y Sidón, que respectivamente están a unos 75 km al norte de Galilea en la costa del mar Mediterráneo. Es una larga caminata, y no se nos dice por qué va a esos lugares. Es lo más al norte que Jesús viajaría, y la única vez en este Evangelio que sale del territorio judío/samaritano, excepto para escapar de Herodes cuando era un bebé (2, 13-23) y para visitar Gadara (8, 28-34).
Una mujer cananea clamaba, diciéndole (Gr. ἔκραζεν, ekrazen, gritar, clamar): Señor, Hijo de David, ten compasión de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio (Gr. κακῶς δαιμονίζεται, kakos daimonizetai, cruelmente o malvadamente poseída por un demonio). La mujer se dirige a Jesús como “Señor” y como “Hijo de David,” palabras que un judío solamente usaría para el Mesías. Y por ello nos sorprende escuchar tales palabras en los labios de una mujer cananea. Solamente en una ocasión anterior Jesús ha escuchado tales palabras, y éstas venían de sus discípulos (14, 33).
En nuestra cultura podemos considerar esta mujer grosera, pero los antiguos jueces del Mediterráneo eran a veces tan corruptos que entre los pobres sólo una persistente, desesperada mujer, de lo contrario impotente podía obtener justicia de ellos (Lc 18,2-5). Tanto los hombres como las mujeres en el Antiguo Testamento (Gn. 18, 22-32; 32, 26-30; Ex 33, 12-34, 9; 1 Re 18, 36-37; 2 Re 2, 2, 4, 6, 9; 4, 14-28) y en la tradición del Evangelio (Mc 5, 28-29; Jn 2, 3-5) mostrar coraje al negarse a aceptar un no como respuesta a una necesidad desesperada. Cuando reconocemos que no tenemos a dónde más recurrir, aferrándose a la única que nos puede responder es un acto de fe.
En contraste esta mujer solamente tiene palabras de reverencia y fe. La claridad de la visión de la mujer cananea contrasta con la falta de visión de los discípulos (14, 13-33). Al igual que la mujer samaritana, la cananea es sin duda extraña, extranjera y mujer. Considerando que la gente en la propia nación de Jesús no lo ha percibido como tal, e incluso sus discípulos todavía no hablan de él de manera mesiánica (6, 13-20), este título en los labios de una mujer cananea, viviendo en otro país, es de lo más inusual. Pero tal vez el énfasis de Mateo sea ese, por primera vez de una gentil, de una mujer extranjera, surgió una confesión de fe. Las palabras de la mujer “Señor ten compasión de mi” (Gr. ἐλέησον Με κύριε, eleeson me Kyrie).
Los discípulos, ofendidos por los gritos de la mujer, le piden a Jesús que la despida, al igual que antes le habían pedido que despidiera a la multitud (14, 15). La mujer se ha dirigido a él como Señor, pero los discípulos fallan para hacer lo mismo cuando le dicen a Jesús que la despida. No es claro si ellos simplemente se quieren deshacer de ella o que se le diera lo que quería para que pudiera dejarlos en paz. Probablemente cualquiera de las dos cosas los haría felices, mientras dejara de molestarlos. A pesar de que Jesús no la despide, les contesta a sus discípulos (no a la mujer): “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” Jesús no puede permitir que se le distraiga pues tiene a toda una nación que salvar. ¡Qué decepcionante! ¡Nosotros queremos que sane a la hija de esa mujer!
 
 B) La misión de Jesús es específicamente para Israel
 
Jesús había salido del territorio judío, porque las masas lo siguen y necesitaba unos días cortos para descansar con y enseñar a sus discípulos (v. 21; 16, 13); pero esta etapa de su misión era para solo Israel (28, 19). Así, cuando sus discípulos le piden que envíe a la mujer lejos (15, 23), señala la limitación de su misión (v. 24; Rm 15, 8). Sin embargo, él no envió a su distancia como sus discípulos pidieron, que puede haber animado a perseverar (19, 13; 20, 31). Para su propia súplica insistente (15, 25) Jesús responde casi con la misma firmeza (v. 26). Algunos maestros judíos se habrían acercado a la mujer, con la esperanza de hacer de ella una prosélito, (Gr. προσήλυτος, proselutos, converso), (Jos 20,34-36) Jesús simplemente le dice que primero a los hijos.
 
 C) La mujer le muestra la fe
 
La mujer reconoce a Jesús, Y saluda a Jesús como Hijo de David (v. 22; Sal 17, 21), ella ya lo ha reconocido como el legítimo rey sobre un pueblo que había conquistado a sus antepasados (Jos 12, 7-24; 2 Sam 8, 1-15) más que muchos de los suyos habían hecho (Mt. 15, 2; 21, 15-16; 23, 39). Al igual que la mujer de Jn en el pozo (Jn 4, 25-29; 6, 69), esta mujer cananea reconoció públicamente la identidad de Jesús ante los discípulos que le deseaban dejar lo habían hecho (Mt. 16, 16). Ahora ella se niega a discutir que la misión de Jesús es a Israel primero y que su estado es secundario a la de Israel; sin embargo, ella cree que Jesús tendrá más que suficiente potencia sobrante de lo que Israel no necesita o quiere. Jesús responde a una fe tan evidente. Jesús tiene suficiente pan para Israel, pero el siguiente relato refuerza que un montón de restos permanecen sobre los demás (15, 37). San Mateo recuerda a su comunidad que todos, tanto Judíos y gentiles, pueden acercarse a Dios sólo a través de la fe en su Mesías.
Ella se arrodilla ante él y le ruega: “¡Señor, socórreme!”. ¡Seguramente que ahora Jesús cederá! ¡Pero no! (¡Y qué difícil es esto para nosotros!). Jesús le dice: “No está bien quitarles el pan de los hijos, y echárselo a los perritos.” El tema recurrente en la narrativa de san Mateo es que las buenas nuevas primero son para Israel. Aunque las autoridades religiosas judías repetidamente solo llegan para hacer críticas mordaces, el narrador de este evangelio quiere dejar absolutamente claro que Dios no ha abandonado a los judíos, la fidelidad de Dios a su pacto continúa, y el ministerio de Jesús es, primero que nada, a Israel.
Así que la mujer cananea le ruega a Jesús que cruce una frontera que amenaza con descubrirlo. Después de la resurrección, Jesús abre la puerta a los gentiles al dar la Gran Misión (28, 18-20). Hasta ese entonces, él debe dar a los israelitas todas las oportunidades; ¡pero esta mujer cananea está rompiendo su corazón en ese momento! 
Pero la mujer nota que Jesús usa la palabra no para los perros comunes y corrientes (gr. Kuon, κύων, hebreo, Kelev, כלב), sino la que se refiere a las mascotas domésticas (gr. Kunariois, κυναρίοις). Las mascotas no son algo de fuera sino interno. No solamente pertenecen a la familia, como el ganado, sino que son parte de la familia, a diferencia del ganado. Así, aunque subordinados a otros miembros de la familia, las mascotas disfrutan de privilegios que se les niegan a otros animales. Aunque no tienen un lugar en la mesa, las mascotas disfrutan la intimidad a los pies de la familia. Al comer, difícilmente la familia puede resistir el placer de tirarle un bocado de comida a la mascota.
¡Esta mujer le hace notar esto a Jesús! “Sí, Señor; más los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores” (v. 27). Casi podemos ver el brillo en sus ojos cuando siente el poder de su comentario. Aunque reconoce el señorío de Jesús y su humilde posición ante él, ella reclama sus justos, aunque modestos, privilegios. Ella no solamente cree que Jesús puede sanar a su hija, ella cree que sanará a su hija. ¡Y está en lo cierto!
Jesús responde de forma exuberante, “Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres.” Después de replicar hábilmente a líderes religiosos hostiles, y después de “regañar” a discípulos que no entienden, ¡Jesús encuentra en esta mujer, llena de fe, un gran gozo! Se deleita al permitirle honrarlo, un contraste verdaderamente notable con los hombres de la alta jerarquía que vez tras vez fallan en hacerlo. “Y fue sana su hija desde aquella hora” (v. 28b). ¡Aleluya! ¡Y ahora nosotros estamos casi tan contentos como él!
Sin embargo, “el diminutivo ‘perritos’ es un paso en una dirección de la cual Jesús nunca podrá regresar. Los gentiles ya no están afuera, en las calles; ahora están en la casa. Y en un rato más estarán a la mesa.
 
Preguntas para la lectura:
 
¿A dónde se retiró Jesús?
¿Quién se le acercó a Jesús?
¿Qué le pide a Jesús?
¿Qué le dicen sus discípulos?
¿Cuándo se postra ante Jesús que le dice?
¿Qué le dice Jesús?
 
MEDITACIÓN: (Qué me dice la Palabra de Dios)
 
¿Nos sentimos impedidos a acercarnos a tierras extranjeras, cananeas, es decir, a aquellas personas que viven como si Dios no existiera?
¿Cómo me califico sinceramente ante el Señor en mi celo apostólico hacia los demás?
¿Qué hago por animar la fe, la vida cristiana en mi familia, en los compañeros de trabajo, en el barrio, en otros lugares?
¿Soy capaz de compadecerme de las personas necesitadas? ¿Cómo trato a las personas que están a mí alrededor?
 
ORACIÓN: ¿Qué le respondo al Señor? ¿Qué le decimos?
 
Gracias Señor, porque al igual que la mujer cananea buscó ayuda en Ti, también nosotros buscamos tu ayuda, gracias porque estás ahí para tendernos la mano. Gracias por todos los momentos de desaliento, pero Tú siempre nos consuelas, por todos los regalo que nos haces, la vida, el amor de nuestras familias, por los amigos. Por eso te damos gracias Señor. Gracias Señor, gracias Señor.
Te pedimos perdón por las veces que no te hemos buscado con un corazón sincero o solo te buscamos por necesidad y no por amor. Por las ocasiones que no hemos tratado a nuestros hermanos como se merecen, sino más bien muchas veces los utilizamos. Por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.
 
CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?
 
A Jesús que se acerca a cada uno de nosotros, a nuestros lugares “paganos”, alejadas de su amor y misericordia, por nuestra desidia.
A nosotros, necesitados de salvación, con el grito en el corazón y en la boca: ¡Te compasión de mí!
A otros hermanos, por los que pedimos al Señor su conversión a la fe en Jesús.
A los enfermos que buscan el consuelo.
 
ACCIÓN: ¿A qué me comprometo? ¿A qué nos comprometemos?
 
La intención general del apostolado de la oración del Papa para el mes de agosto es:
“Por los artistas de nuestro tiempo, para que, a través de las obras de su creatividad, nos ayuden a todos a descubrir la belleza de la creación”.
 
Intención personal: Que sea capaz de compadecerme de los sufrimientos de los miembros de mi familia y busque medios necesarios para poder ayudarles.
 
Intención comunitaria: Que en mis comunidades sea capaz de demostrar el amor de Jesús por medio de mis obras y acciones, ayudando a mis hermanos, compartiendo con ellos lo que tengo y enseñando la Palabra con entrega y amor a los demás hermanos.
 
CREDO (Profesión de Fe)
 
CREDO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
 
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
 
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
 ORACION UNIVERSAL

ORACION UNIVERSAL

Celebrante: Sabiendo que el Señor siempre nos aguarda para bendecirnos, supliquémosle con confianza:
 
R. Te lo pedimos, Señor.
 
ORACIÓN DE LOS FIELES. (Monitor)
 
 
Para que la justicia, la hospitalidad y el amor se manifiesten en la vida de los cristianos del tercer milenio.  Oremos.
 
Para que la oración de la Iglesia te sea grata y nos comprometa a ser más solidarios y fraternos. Oremos.
 
Para que los que están en el exilio, los que son marginados o perseguidos sientan la misericordia de Dios que los fortalece y sostiene. Oremos.
 
Para que Jesús devuelva la salud a los enfermos, la libertad a los cautivos, la esperanza a los que no encuentran sentido a su vida. Oremos.
 
Para que el Señor libere a los que se ven tentados, fortalezca a los débiles y a todos nos dé su paz.  Oremos.
 
Para que a nosotros, que compartimos el Pan de la Eucaristía, el Señor nos bendiga y renueve interiormente. Oremos.

ORACIÓN.

Celebrante: Oh Dios, que amas a los hombres y quieres que todos se salven, escucha las oraciones que con fe te hemos presentado y danos tu salvación.  Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén

LITURGIA EUCARÍSTICA

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Celebrante: Recibe, Señor, nuestros dones, con los que se realiza tan glorioso intercambio, para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo.
 
 Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén
 
 
MONICIÓN DE OFRENDAS (Monitor)

«Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben», hemos proclamado con le salmista. Junto a las ofrendes de pan y vino, presentemos también nuestra alabanza y adoración.

Ofrenda Sagrada: recibe señor mi ofrenda junto al pan y al vino Reconozco que  todo lo que tengo y todo lo que soy tú me lo has dado y es mi agradecimiento porque eres mi señor a quien ofrezco el fruto de mi trabajo para las necesidades sostenimiento y engrandecimiento de nuestra iglesia amén.
 
 
CANTO DE OFERTORIO

       
D                           A    
Te ofrecemos, Señor,
       Bm             F#m
este pan y este vino,
G                                              
que en tu Cuerpo
                  D
y en tu Sangre
Em                          A
quedarán convertidos. X2
 
 D          Bm                                     
Todos juntos Señor, 
G                          A
te ofrecemos la vida.
D          Bm                                     
La ilusión de vivir,      
G                          A
nuestro amor y alegría.
 
D                         A
Te ofrecemos Señor,    
Bm                        F#m       
este pan y este vino
 G                        D       
En tu cuerpo y tu sangre,
E7                        A (D)
quedarán convertidos
 
  Bm                                     
Hoy te consagramos
G                          A
Nuestra fe y nuestro canto
D          Bm                                    
El dolor y el llanto
G                                 A    D
Nuestra unión como herman
  
 
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
 
Celebrante: Bendito seas señor, Dios del universo por este pan y este vino fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de Salvación.
 
Invitación a orar
 
Celebrante: Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
 
R. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
 
PLEGARIA EUCARISTICA
 
Celebrante: El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Celebrante: Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Celebrante: Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
 
PREFACIO DOMINICAL X EL DÍA DEL SEÑOR
ACCIÓN DE GRACIAS
 
Celebrante: En verdad es justo bendecirte y darte gracias, Padre santo, fuente de la verdad y de la vida, porque nos has convocado en tu casa en este día de fiesta.
 
Hoy, tu familia, reunida en la escucha de tu Palabra, y en la comunión del pan único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado, anhelando el domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en tu descanso. Entonces podremos contemplar tu rostro y alabaremos por siempre tu misericordia.
 
Aclamación:
Con esta gozosa esperanza, y unidos a los ángeles y a los santos, cantamos unánimes el himno de tu gloria:
CANTO DE SANTO
 
 
CANTO DE SANTO
 
Bm   Em     A      D
  Santo,      Santo,
   G                Em              F#m     Bm
 Santo es el Señor Dios del universo
 
Bm      Em            A               D       
llenos están los cielos y la tierra
  G         Em      F#m  Bm
 de su Gloria ¡Hosanna!
 
 
Bm   Em      A     D      G    Em   F#m    Bm
Hosanna  Hosanna  Hosanna en el cielo (2)
 
   Bm                       Em           
Bendito es el que viene
        A                    D
en Nombre del Señor,
  G                     Em      F#m  Bm
Hosanna en el cielo, Hosanna
 
 
CONSAGRACIÓN

Prefacio
Celebrante: Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;

TRANSUBSTANCIACIÓN

1ª Epíclesis o invocación al Espíritu Santo. Por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
Relato de la institución de la Eucaristía. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan; dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
 
TOMAD Y COMED TODOS DE EL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR NOSOTROS.
 
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:
 
TOMAD Y BEBED TODOS DE EL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR NOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
 
Aclamación
Éste es el Sacramento de nuestra fe:
R. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. !Ven, Señor Jesús!
 
Anámnesis Memorial y ofrenda
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo,
Oblación te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
 
2ª Epíclesis o invocación al Espíritu Santo 
Te pedimos, humildemente, que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Intercesión
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y con el Papa ... , con nuestro Obispo ... y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
 
Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
 
Conmemoración de los Santos Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen, Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
 
Aclamación
Doxología
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
 
RITO DE LA COMUNIÓN
 
PADRE NUESTRO (Oración)
 
Celebrante: Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
 
PADRE NUESTRO

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
 
Celebrante: Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


RITO DE PAZ
 
Celebrante: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
"La paz os dejo, mi paz os doy"; no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén.
 
Celebrante: La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Celebrante: Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.
 
 
FRACCION DEL PAN
 
CANTO DE CORDERO DE DIOS
 
 
 
Em                                 Am     
Cordero de Dios que quitas
C          D           Em
el pecado del mundo 
 
Am    D                G     Em  
ten piedad de nosotros  
Am    B7               Em
ten piedad de nosotros ( 2)
 
Em                                 Am     
Cordero de Dios que quitas
C          D           Em
el pecado del mundo 
C   E7       Am   D D7        G
Danos la paz, danos la paz
Am D     G Em     Am B7       E  E7
Danos,   danos,   danos   la paz
Am D      G Em     Am B7       Em
Danos,   danos,   danos   la paz
 
 
Celebrante: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
 
Celebrante: El Cuerpo de Cristo que me guarde para la vida eterna.
R. Amén.

COMUNION
 
MONICIÓN DE COMUNION (Monitor)

Para los hermanos que van a recibir la sagrada comunión es importante que antes de
comulgar mediten en lo siguiente Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave
no comulgue el cuerpo del señor sin acudir antes a la confesión sacramental Quien vaya
a recibir la sagrada comunión debe abstenerse de tomar cualquier alimento al menos
 una hora antes a excepción del agua y de las  medicinas.

Con la plena certeza de que es a Cristo a quien vamos a recibir, acerquémonos todos a comulgar. 
 
ANTÍFONA DE COMUNION (Monitor)

Con el Señor viene la misericordia, y la abundancia de su redención.
 
 
CANTO DE COMUNION

CANTO DE COMUNION
 
Am              G            Am    G  
Donde hay caridad y amor,
G7               C
allí está el Señor,
Dm    Em       Am
allí está el Señor.
 
         E                  Am            
Una sala y una mesa,
G                G7       C       
una copa, vino y pan,
Dm                               Am         
los hermanos compartiendo
Em             E7  
 Amen amor y en unidad.
 
         E               Am                
Nos reúne la presencia
G             G7    C  
y el recuerdo del Señor,
 
Dm                         Am               
celebramos su memoria
Em                   E7   Am
y la entrega de su amor.
     E                  Am                   
Invitados a la mesa
G                       G7     C
del banquete del Señor,
 
Dm                          Am             
recordamos su mandato
Em               E7  Am
de vivir en el amor.
 
     E                           Am                 
Comulgamos en el Cuerpo
G                             G7       C  
y en la Sangre que Él nos da,
Dm                         Am               
y también en el hermano,
Em                        E7   Am
si lo amamos de verdad.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Celebrante: Unidos a Cristo por este sacramento, suplicamos humildemente, Señor, tu misericordia, para que, hechos semejantes a él aquí en la tierra, merezcamos gozar de su compañía en el cielo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
 
RITO DE CONCLUSION

BENDICION FINAL        
Celebrante: El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
 
Celebrante: La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
Celebrante: Pueden ir en paz. 
R. Demos gracias a Dios
 
MONICIÓN DE SALIDA (Monitor)
 
Hermanos, todos somos uno en Cristo Jesús. Con la alegría que nos produce la salvación que nos ha otorgado Jesús, y sabiendo que es un regalo para todos, vayamos a luchar para que muchos más reciban esta bendición.
CANTO DE SALIDA

 
MADRE ERES TERNURA
 
D            Em 
Madre eres ternura
A7         D
Eres una flor
Bm         Em
Blanca y preciosa
A7            D
Llena de amor (2)
 
                          Em
Si, Señora ven a mi
A7         D
Ven, ven a mi
  Bm            Em
Cúbreme con tu manto
 A7       D
Lleno de amor (2)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 



















































































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